La Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII), también conocida como IBD (Inflamatory Bowel Disease) o diarrea crónica, es una enteropatía que se caracteriza por una infiltración de células inflamatorias en el estómago, intestino delgado o intestino grueso del animal (células plasmáticas, eosinófilos, linfocitos, etc.), produciéndole:
- Diarreas constantes.
- Dolor.
- Y debilitamiento.
No existe una predisposición de esta enfermedad entre ciertas edades del felino por lo que cualquier gato, independientemente de su edad o raza, puede padecerla. Aunque algunos indican que la raza de gato siamés puede tener mayor riesgo lo más prudente es siempre atender a tu gato con cariño y acudir a las revisiones veterinarias.
¿Qué síntomas podemos observar?
Algunos de los síntomas más frecuentes son los siguientes, aunque esta sintomatología es inespecífica y podría ser motivo de otras enfermedades. Por lo que siempre hay que recurrir a la opinión veterinaria. Y ante cualquier de estos síntomas acudir a la clínica Kivet más cercana.
- Falta de apetito.
- Pérdida de peso.
- Anorexia.
- Deshidratación.
- Mal aspecto del pelaje.
- Vómitos.
- Diarrea.
Presencia de sangre en las heces (esto puede ocurrir si la enfermedad ha llegado al intestino grueso).
Ante cualquier síntoma de los indicados en tu gato, debes acudir urgentemente a tu clínica veterinaria para que el veterinario pueda realizar las pruebas pertinentes al animal y confirmar el diagnóstico final.
¿Se puede tratar esta enfermedad?
Sí y su tratamiento dependerá de cada caso, pero los principales tratamientos son:
- Es recomendable pautar una dieta hidrolizada o hipoalergénica. Que sean muy digestibles y conseguir disminuir la inflamación intestinal.
- El veterinario puede pautar inmunomoduladores, antiinflamatorios o antibióticos. Para reducir la inflamación de la mucosa o tratar posibles microorganismos perjudiciales.
- Y en ocasiones es recomendable la dispensación de prebióticos y probióticos. El uso de estos suplementos junto a la dieta y los inmunomoduladores tiene un resultado óptimo.
Qué pruebas son necesarias para establecer el diagnóstico de EII en gatos
En primer lugar, un chequeo integral es oportuno para tener una idea general del estado de salud del gato mediante pruebas de sangre y orina.
Posteriormente, una ecografía abdominal ayudará al veterinario a observar el estado de los órganos digestivos y descartar si el origen es tumoral.
La biopsia es otra técnica frecuente para obtener una muestra de tejido. Se requiere sedación completa y no es peligrosa. Una vez obtenido el tejido se manda a analizar para ver estado de las células.
Una vez reunido toda la información de los análisis, se establece un tratamiento, aunque esta enfermedad no tiene cura, gracias a la dietoterapia, los suplementos y medicamentos antiinflamatorios mejoran la vida del gato notablemente.
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