En el artículo de hoy trataremos un problema de neurología veterinaria muy común. Se trata de las hernias discales en perros. Al igual que los seres humanos, los perros se componen de una columna vertebral con unos discos amortiguadores. Cuando estos discos se desplazan hacia el canal vertebral, crean inflamación, fricción entre vertebras, produciendo dolor incluso parálisis parcial.
¿Cómo se produce una hernia discal en los perros?
Al igual que en las personas, suelen ser por estos tres principales motivos:
- Traumatismo. (Caída con altura o accidente de tráfico)
- Envejecimiento. (Con el paso del tiempo el disco degenera, pierde sus propiedades de amortiguación y protección llegando a calcificarse y volverse rígido.)
- Sobrepeso. (El peso excesivo puede producir un deterioro en las vértebras causando un estrés en la zona baja del cuello, espalda media y zona lumbar).
¿Qué perros son más propenso a padecer hernias discales?
Los perros de patas cortas tienen más predisposición a padecerlas, puesto que los movimientos explosivos, como saltos, subida y bajada del sofá o de escaleras, de forma repetitiva y sistemática, puede ocasionarles lesiones vertebrales. Entre ellas, una hernia discal.
¿Cómo saber si tu perro tiene una hernia discal?
Como siempre, la valoración veterinaria será la precisa y adecuada para establecer un diagnóstico profesional. Pero si notas estos síntomas:
- Dolor en la columna al tacto,
- postura anómala,
- parálisis,
- cojera,
- debilidad en las patas,
- incontinencia fecal u urinaria.
Podría ser posible que tu perro padezca de una hernia discal, por lo que deberías ir de inmediato a tu clínica veterinaria más cercana.
¿Qué pruebas son necesarias para diagnosticas una hernia discal en tu perro? ¿Y cuál es el tratamiento?
Los más posible, es que el veterinario previamente le realice un test de movilidad y salga de dudas con pruebas diagnósticas como resonancias magnéticas o radiografías, una vez tenga los resultados podrá tratarse con dieta y tabla de ejercicios, el consumo de medicamentos como antiinflamatorios, relajantes musculares, analgésicos y corticosteroides.
Por otra parte, en los casos más graves, si fuera necesario se trataría con una intervención quirúrgica. Esta decisión será tomada según el tipo y el grado de la hernia, el estado de salud del animal, edad, etc.
¿Cuáles son los tipos de hernias discales en los perros?
A continuación, la clasificación de hernia discal canina:
Extrusiones discales o hernias Hansen tipo I
Como hemos mencionado antes, suelen padecer hernias las razas pequeñas como el Teckel, Bulldog francés, Maltés, Yorkshirer Terrier.., que tienen una estructura de columna alargada y patas cortas. Las hernias tipo I suelen tratarse mediante antiinflamatorios y reposo.
Tambien pueden padecer extrusión discal, sucede cuando parte del núcleo pulposo sale a través de una fisura.
Protrusiones discales o hernias Hansen tipo II
Este tipo de hernias son más progresivas, y suele afectar a perros de tamaño medio y grande. Igualmente, pueden presentar grados desde leve hasta muy graves.
La protrusión, a diferencia de la extrusión, es el abombamiento de la envoltura fibrosa que rodea totalmente al disco vertebral.
Hernias discales tipo III-V
Según la gravedad de hernia suele tratarse con cirugía veterinaria para extraer material discal y descomprimir la zona de la médula espinal.
- Grado III: Paraparética no ambulatoria.
- Grado IV: Parapléjicos.
- Grado V: Parapléjicos sin sensación del dolor.
¿Cuánto tarda un perro en recuperarse de una operación de hernia discal?
No se puede dar un tiempo concreto, dependerá del grado de la hernia y el estado general del perro. Los factores que determinarán una recuperación más rápida serán las técnicas de rehabilitación postoperatorias, la constancia de los ejercicios y la correcta medicación favorecerán los resultados. Pero en términos generales entre 4 y 6 semanas se debe percibir mejoras significativas.
Por último, te preguntarás cómo puedes evitar que tu mascota sufra una hernia discal. Te contestamos:
Lo primero que debes tomar en consideración es ajustar su alimentación y ejercicio físico a su edad. Si vives con una raza propensa a padecer hernias, como por ejemplo el Teckel, evita los impactos como saltos y demás movimientos bruscos. Acude a tus citas y revisiones veterinarias con frecuencia para detectar cualquier problema de salud a tiempo.
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