Para entender bien el concepto de ‘dieta de prescripción veterinaria’, antes vamos a definir qué es una ‘dieta’.
Distinción entre dieta y dieta de prescripción veterinaria
Una dieta es el conjunto de sustancias alimenticias que componen el comportamiento nutricional de los seres vivos a los que va destinada. El concepto proviene del griego díaita, que significa ’modo de vida’. La dieta, por lo tanto, resulta un hábito y constituye una forma de vivir.
De forma más sencilla podríamos decir que la dieta es el conjunto de alimentos que una especie o un individuo toma de forma habitual. Un buen ejemplo de ello es la ‘dieta mediterránea’ que no es más que la combinación de alimentos que los habitantes de los países mediterráneos hemos tenido y tenemos a nuestra disposición de forma regular y accesible.
Sin embargo es habitual asociar la palabra ‘dieta’ a alimentación específica para animales enfermos o con necesidades nutricionales especiales, cuando en realidad la dieta es, simplemente, lo que comemos o comen cada día.
¿Para qué sirven las dietas de prescripción veterinaria para mascotas?
Cuando nuestras mascotas envejecen o enferman, el funcionamiento de sus órganos puede verse alterado, siendo el objetivo del tratamiento en estos casos:
- Recuperar la funcionalidad del órgano.
- Parar su deterioro.
- O, al menos, retrasarlo.
- Evitar enfermedades gastrointestinales.
Esto lo conseguimos, fundamentalmente, con la utilización de medicamentos y/o dietas y productos de prescripción veterinaria.
El objetivo de las dietas de prescripción veterinaria es, por tanto:
- Ayudar a recuperar la funcionalidad
- Disminuir el deterioro del órgano
- Ayudar en la recuperación de la actividad de un órgano.
- Son un importante apoyo al tratamiento con medicamentos, o incluso a veces, el único tratamiento.
Debemos tener en cuenta que, aunque se prescriba una dieta adecuada y se cumplan con exactitud las recomendaciones, el animal va a comer lo que le apetezca y dejará lo que no.
Además, los animales enfermos pueden presentar diversos grados de anorexia (falta de apetito) o incluso aversión por ciertos alimentos, sobre todo en algunas enfermedades como las hepáticas, renales o gastrointestinales.
De ahí que sea tan importante el seguimiento y control de la dieta para garantizar que el animal la come de forma adecuada. En caso de no ser así, debemos consultar con el veterinario a fin de encontrar técnicas que ayuden a mejorar la aceptación del alimento.
Además, los animales enfermos pueden presentar diversos grados de anorexia (falta de apetito) o incluso aversión por ciertos alimentos, sobre todo en algunas enfermedades como las hepáticas, renales o gastrointestinales.
Las dietas de prescripción veterinaria no son medicamentos
Las dietas de prescripción veterinaria suponen un apoyo al fármaco que se administra al animal. Debemos tener claro que dichas dietas no contienen fármacos y que por tanto no son dietas medicadas.
Son, simplemente, alimentos con características nutricionales diferentes a las requeridas por los animales sanos.
Siempre bajo prescripción veterinaria
Cuando se instaura una dieta de prescripción veterinaria, debemos explicar a la persona responsable del animal que dichas dietas deben utilizarse solamente por prescripción veterinaria, tras una evaluación clínica adecuada, basada en un reconocimiento físico y las pruebas complementarias que se consideren necesarias en cada caso: análisis, radiografías, ecografías, etc.
Dietas individualizadas
Es de vital importancia tener en cuenta que los tratamientos siempre son individualizados, pues ante una misma enfermedad las respuestas no son iguales en los diferentes pacientes.
Además, tenemos que tener en cuenta que los órganos que consideramos sanos, pueden verse también afectados, pues éstos están interrelacionados y sus funciones se complementan.
Así pues, debemos optar por una u otra dieta, eligiendo en cada momento la más adecuada para ‘todo’ el animal, no solo teniendo en cuenta el órgano o sistema afectado.
¿Qué pasa si existen varias patologías?
Con frecuencia encontraremos situaciones en las que coexistan varias patologías que requieran dietas y no siempre dispondremos de la dieta ideal para todo. En estos casos debemos priorizar, al menos inicialmente, aquello que tenga mayor gravedad.
Dadas las respuestas individuales a los tratamientos dietéticos y con fármacos, deberemos realizar un seguimiento adecuado del animal, según sea la enfermedad, su evolución y edad del mismo.
Seguimiento y control
Al igual que el tratamiento con fármacos, debemos tener presente que las dietas de prescripción son parte del tratamiento, por lo que requieren igualmente seguimiento clínico, con controles periódicos.
Idealmente deberíamos comprobar que el animal come la nueva dieta a gusto y en la cantidad adecuada. De no ser así podemos recomendar técnicas sencillas para mejorar la aceptabilidad o incluso, si es necesario, cambiar de alimento. La mejor dieta no sirve de nada si el animal no la come y en la cantidad adecuada.
Este tipo de dietas se prescriben al animal tras una exploración y un diagnosticado individual, por lo que no deben suministrarse a otro animal, sin consultarlo antes con el veterinario. No olvidemos que la composición de estos alimentos es distinta a la de los convencionales, por lo que pueden provocar alteraciones en los animales sanos.
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